Aunque me dolía el disentimiento entre mis padres y yo, en el fondo sabía que era la mejor decisión. Gracias a este viaje y a la seguridad que se iba formando en mí, vivo una vida alineada a lo que realmente soy. Viajar es y será mi mejor medicina.
Es así como decidí ayudar a otras personas a vivir un viaje transformador, quiero compartir todo aquello que no está impreso en ningún volante de agencia. Porque esta experiencia no viene en forma de paquetes, ni itinerarios, ni fechas; viene desde un profundo deseo de querer hacer las cosas de forma distinta.
Me comprometí con exponerle al mundo, el Ecuador del café tostado, del plátano verde y sus cientos de usos, de las montañas, selvas y cascadas, de los páramos, los coloridos mercaditos y de sus personajes. ¡Quiero darlo todo!.
Ayudar a las personas a dejar atrás sus entornos limitantes, conectando con lo que realmente quieren ser, mediante la inmersión en la cultura ancestral ecuatoriana, de forma sostenible y solidaria; se ha convertido en mi propósito de vida.
Siempre he dicho: “Si no sabes qué hacer, ¡VIAJA!”
Cada viaje es una oportunidad de crecer, confiar, equivocarse; pero sobre todo, encontrarse a sí mismo, en estado de equilibrio.
Alguna vez me dijeron que el momento adecuado para plantar un árbol y para decidir viajar siempre fueron dos: ayer y ahora.